Bueno, habíamos decidido quedarnos con dos cuando la sorpresa de que un tercero venía en camino llegó. Llegó a revolucionarlo todo y por supuesto ha sido una experiencia padrísima para ellos como hermanos, pareciera que hacía falta y no lo sabíamos.
Jesús Eduardo actualmente tiene 8, Hermann 6 y Luis Eric 1. La diferencia de edad entre los grandes y el pequeño es considerable, sin embargo, ha sido una bendición por otra parte. La independencia de los más grandes nos ha regalado la oportunidad de disfrutarlos a cada uno en la etapa en la que están. Es gracioso que a veces me encuentro pensando en que se debería hacer primero para que los 3 queden con sus necesidades satisfechas durante el día y además se duerman temprano para poder desconectarme un poco. Si, para mi el que se duerman temprano es una prioridad para funcionar, y para que esto suceda, no solo se multiplicaron los hijos también la necesidad de estar organizados como familia para que esto funcione para todos.
No mentiré en cuanto a que no ha sido todo un reto, la realidad de las cosas es que tener 3, así como lo mencioné anteriormente, ha sido padrísimo, pero las decisiones más importantes que tomamos como pareja han sido para que ellos estén bien emocionalmente, ha sido prioritario establecer una organización muy clara pero flexible para que dentro de lo posible esto camine, y aun así aceptamos que estamos aprendiendo en el camino y que algunas decisiones que creíamos útiles no serán funcionales y habrá que idear un plan B para que todos estemos bien. Y cuando me refiero a todos, no hablo solo de los niños, también hablo de mi yo como mujer, mi esposo como hombre, en nuestro papel de padres y en nuestro ser de pareja. Y es aquí donde todo se vuelve aún más interesante, puesto que para que esto suceda hemos aprendido que organización no tiene que ver con el controlarlo todo.
La expectativa como mamá que a veces nos imponemos, y la expectativa de niños que también comúnmente nos establecemos, el tercero pareciera que viniera a derribarlo todo, es que, con el simple hecho de solo tener dos brazos, te falta uno más para alguno, entonces me estoy riendo solo de recordar lo que implica salir de casa, las instrucciones que deben quedar claras según al lugar al que vayamos, y asegurarnos hayan sido entendidas para mantenerlos solo a salvo, porque evidentemente al hacer falta un brazo seguro alguna se la pasan por el arco del triunfo.
Si te contara lo que es para lograr que ambos trabajemos, sabemos que lo que viene quedando en el último lugar de las prioridades es el control de la casa, así es, el orden ha venido sacrificándose por un largo tiempo, y me costó aceptar que no puedo con todo, que habrá que priorizar siempre y eso está bien. He tenido que aprender a que el desorden se ordena, que la ropa se acumula a veces, pero inminentemente se lava, que la comida si está media hora después no pasa nada, ahí hay fruta, que si hoy no se durmieron a las 8:00 pm, 9:00 pm sin gritos es mejor, pero aun así temprano, que está bien pedir ayuda si me gana el cansancio, que está bien si un día pareciera que la vida no me fluye, los pendientes se acumulan pero todo sale, pero lo más importante de todo que me ha dejado el tercero es que, la opinión de los demás está totalmente de más.
Y es que se me quedó muy grabada la frase de una amiga que me dijo mientras me desahogaba con una copa de vino tinto, porque es real que a veces no estar bien está bien: “NO SE QUE EXPECTIVAS DE LOS NIÑOS TENGAN LOS DEMÁS, pero eso siempre está demás”. Y en definitiva, simplificar y concentrase en las necesidades de los niños, sobre todo en adaptarse constantemente a la etapa en la que se encuentran, y hacer un lado las expectativas de la sociedad, ha venido a aligerar la carga por mucho y dejarme concentrar en ocuparme en lo que han de aprender en su momento, en detectar los cambios en las reglas del juego porque no me di cuenta que está creciendo uno porque estaba terminando de entender la nueva etapa en la que está ya el otro. Esto me es muy común que me pase con el segundo, porque no me doy cuenta que ya no es tan pequeño, pero tampoco tan grande como el grande. Y del grande ni les cuento, que por ser el grande a veces puedo no darme cuenta que sigue siendo un niño, y el pequeño, cuidar que se mantenga a salvo por que quiere andar al ritmo de los grandes y su edad no se lo permite, ya acepté que ese será mi coco con él por largo tiempo, su frustración ante no poder hacer lo de los grandes es un tema de diario y a la vez procurar que no sea mi yo inconsciente de mantenerlo bebé por ser el último. ¿Qué enredo no? Jajajaja.
Leí una frase en un post que decía, “Y no puedo evitar sentir culpa de ser egoísta, por ser yo y desobedecer, por buscar mi propio camino y haber sentido que quería estar lejos de ti; y es que no somos la misma persona mamá, y sé que no soy lo que esperabas, y siento que creas que fuiste mala madre solamente por que no me convertí en lo que siempre quisiste, tu eres más que mi mamá, y yo soy más que tu hija, ambas somos nuestras propias personas” (@marmarmaremoto).
Y con esto quiero concluir, porque me ha quedado muy claro en todo lo que he venido aprendiendo a lo largo de mi profesión, a lo largo del ser madre, y en mi acompañamiento a las demás madres es que, a veces se nos olvida que son sus propias personas y tienen derecho a ser el ser que han venido a ser, y muchas veces son las expectativas de hijos que tenemos y las expectativas de madres que nos imponemos lo que nos aleja de disfrutar el camino. Hacer más a un lado el “deber ser” por el “SER”, no implica tener ausencia de límites, pero si tal vez ir más despacio, vivir el momento y cuestionarme si ese “Deber ser” es lo que realmente necesita aprender mi hijo.
El bebé ha sido una cosa bella su llegada, la vulnerabilidad es inminente a lo largo de la crianza, y eso está bien. Soy humana y no puedo con todo, pero si he dejado el alma en lo que hago, sobre todo con mis hijos, porque si algo tengo claro es eso, que son más que mis propios hijos. Querer mis errores me ha costado, porque errar con un hijo sí que duele, pero en el camino estamos aprendiendo, y los errores son simplemente eso, aprendizajes para la vida, estar abiertos a que no somos perfectos nos da la oportunidad de aprender cada día a ser en cada etapa de su vida la madre o el padre que ellos necesitan y disfrutar en familia de esta aventura.
Espero haya sido una lectura amena, soy Asesora de Lactancia y me ha tocado acompañar a muchas mujeres quienes las veo día a día dar lo mejor de si para su familia, pero quiero recordarte que tu eres mas que esposa y madre, tu también te necesitas, que tus pequeños te observan y te necesitan feliz, así queriéndote mucho, amando tu vida, viviéndola intensamente, queriéndote tanto como los amas a ellos.